lunes, 7 de agosto de 2017

87. Desde el pozo más profundo

Jonás 2:1-7 RVC
1 Entonces Jonás oró al Señor su Dios desde el vientre del pez,
2 y dijo: «Señor, en mi angustia te invoqué, y tú me oíste. Desde el fondo del abismo clamé a ti, y tú escuchaste mi voz.
3 Me echaste a las profundidades del mar, y las corrientes me rodearon; ¡todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí!
4 Entonces dije: “Me has desechado delante de tus ojos, pero todavía he de ver tu santo templo.”
5 Las aguas me rodearon hasta el cuello, y el abismo me envolvió. ¡Las algas se enredaron en mi cabeza!
6 Bajé hasta los cimientos de los montes; la tierra echó para siempre sus cerrojos sobre mí; pero tú, mi Señor y Dios, rescataste mi vida del sepulcro.
7 Cuando dentro de mí desfallecía mi alma, me acordé de ti, Señor, Y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo templo.


Normalmente ponemos a Jonás en la lista de los peores profetas de la Biblia, y nos entretenemos criticándolo. Esto, por supuesto, hasta que nos damos cuenta que no somos muy diferentes a él. Sin embargo, la sinceridad de Jonás probablemente sea una de las más grandes de los personajes bíblicos, ¿cómo sabríamos su historia si él mismo no la hubiera contado? Le debo esta reflexión a un misionero que, en un retiro, remarcaba este aspecto día tras día en sus devocionales.

Hasta que llegamos al vientre del pez tenemos una rápida cuesta descendente en el rechazo de la voluntad divina, y ya podríamos decir que se terminó todo, que se acabó el ministerio y que decididamente no hay nada más. Pero la historia da un giro dramático y sabemos cómo siguió.

Haber pasado por el vientre del pez podría considerarse el peor fracaso de Jonás y uno de los peores registrados en la Biblia, pero aquí viene el maravilloso poder de Dios: no solo restauró su llamado y le dio éxito en su comisión, sino que ese hecho, precisamente su mayor fracaso, que de ninguna manera es excusado ni minimizado, se convirtió en una de las más claras profecías sobre el hecho más glorioso de todos: la resurrección de Jesucristo.

Mateo 12:39-40 RVC
39 Pero él les dijo: «La generación mala y adúltera demanda una señal, pero no tendrán más señal que la del profeta Jonás.
40 Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran pez, así también el Hijo del Hombre estará tres días y tres noches en el corazón de la tierra.


¿Cómo un acto de la más profunda rebeldía y rechazo hacia Dios, plenamente consciente de lo que hacía, pudo transformarse en una señal profética tan tremenda? Jonás fue ungido como profeta, y como tal iba a ser usado por Dios, aún contra su voluntad.

En alguna oportunidad nos podemos encontrar en una situación parecida al “pozo” de Jonás: habiendo rechazado deliberadamente la voluntad divina, habiendo fracasado y terminado en lo más profundo del castigo merecido por nuestra rebeldía y pecado. Pero desde ese fondo, para los que se arrepienten, hay un nuevo camino y un propósito que puede terminar siendo mucho más glorioso de lo que jamás hubiéramos pensado.

¿Hubo otros como Jonás que no se arrepintieron ni clamaron al Señor? No lo sabemos; si los hubo sencillamente terminaron como estiércol de grandes peces en el fondo del mar, ¡no me gustaría tener ese fin!


Danilo Sorti




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