Abdías 10-14 RVC
10 Por haber injuriado a tu hermano Jacob,
quedarás en vergüenza y serás eliminado para siempre.
11 El día que un ejército extranjero llevaba
cautivo a su ejército, y gente extraña entraba por las puertas de Jerusalén y
sobre ella echaba suertes, tú estabas allí, en primera fila; ¡tú eras también
uno de ellos!
12 Pero no debiste haber sido un mero
espectador el día que tu hermano era víctima del infortunio. No debiste haberte
alegrado el día en que se perdieron los hijos de Judá. No debiste haberte
ufanado en el día de su angustia.
13 No debiste haber entrado por las puertas
de mi pueblo el día que éste fue quebrantado. ¡No, no debiste haberte deleitado
con su mal el día que fue destruido, ni debiste despojarlo de sus bienes en el
día de su desgracia.
14 No debiste pararte en las encrucijadas
para matar a los que intentaban escapar. En ese día angustioso, no debiste entregar
a los sobrevivientes.
El castigo que en ese momento estaba
sufriendo Israel a manos de Babilonia era totalmente justo. No había
absolutamente nada “de más” en él: la inmundicia e impiedad en las que habían
caído sus habitantes requería un juicio tan terrible, y el momento había
llegado. ¿Cuál fue el problema de Edom, es decir, Esaú, hermano de Jacob, esto
es, Israel? Haberse alegrado y sacado provecho de Jacob en el momento de su
infortunio.
Ahora bien, entendamos lo siguiente: a lo
largo de la historia fue Jacob primero e Israel después quién engañó y oprimió
a Esaú y luego a Edom. Además del conocido episodio de la primogenitura, hubo
otras ocasiones en que un Israel poderoso se aprovechó de Edom, por ejemplo:
1 Reyes 11:15-16 RVC
15 Cuando David estaba en Edom, Joab, general
del ejército, llegó para enterrar a los israelitas caídos en combate, y mató a
todos los hombres de Edom.
16 Joab y todos los israelitas estuvieron
seis meses en Edom, hasta que exterminaron a todos los edomitas.
Digamos de paso que los cristianos
evangélicos siempre tendemos a mirar todo lo que hizo Israel en la historia con
aprobación, pero nada de eso se dice aquí y no hay ninguna explicación que
justifique esta matanza, más allá que la mera conquista y opresión del
conquistado.
El hecho es que Edom tenía MUY SOBRADAS
razones para odiar a Israel y para alegrarse de su desgracia, y Dios no
justificó nunca lo que Israel hizo “de más” en su justa lucha por poseer la
tierra, que, de paso, nunca incluyó Edom:
Deuteronomio 2:4-5 RVC
4 Ordena al pueblo lo siguiente: ‘Cuando
ustedes pasen por el territorio de sus hermanos, es decir, los hijos de Esaú,
que habitan en Seir, ellos van a tener miedo de ustedes. Pero tengan mucho
cuidado.
5 No se metan con ellos, porque yo no les voy
a dar de su tierra ni siquiera lo que alcancen a cubrir con un pie. A Esaú le
he dado en propiedad el monte de Seir.
Y en algún momento Edom avanzó sobre Judá:
2 Crónicas 28:16-17 RVC
16 En aquel tiempo el rey Ajaz pidió la ayuda
de los reyes de Asiria,
17 pues también los edomitas habían venido y
atacado a los de Judá, y se habían llevado muchos cautivos.
Resumiendo, si la nación de Edom tenía
resentimiento hacia Israel, estaba más que justificado humanamente, pero no
delante del Señor.
Esta lección histórica nos lleva a vivencias
personales muy profundas, porque de verdad que hay hermanos que nos han hecho
mucho daño. A lo mejor esto que escribo puede parecer extraño para los nuevos
creyentes, pero les aseguro que para los más viejos no lo es. Y no estoy
hablando de los “hermanastros” es decir, de los lobos con piel de oveja que
aparentan ser hermanos y no lo son (de los cuales también hay muchos), sino de
los que de verdad han sido lavados con la Sangre de Cristo y están en la comunión
de los santos, pero no han sido perfeccionados todavía.
Israel cometió muchos errores y había llegado
el momento de su castigo, de parte del Señor. No le competía a su hermano Esaú
involucrarse en él. Lo mismo con nosotros: tené por seguro que aquel hermano
que te ha hecho tanto daño recibirá el “ajuste de tuercas” del Señor, y no va a
ser nada agradable; pero no abrigues resentimientos contra él ni te ensañes en
medio de su juicio. No estoy diciendo que debemos ser hipócritas y poner cara
triste y lamentarnos ruidosamente cuando llegue ese momento, simplemente que no
debemos meternos. Todas las causas de los fieles están delante del Señor, y en
Su tiempo preciso (que no necesariamente es el nuestro) hará justicia.
Preocupate por ser fiel para que Él pueda atender tu causa.
Danilo Sorti
No hay comentarios:
Publicar un comentario