lunes, 14 de agosto de 2017

128. El problema de la música cristiana…

1 Juan 4:1-3 RVC
1 Amados, no crean a todo espíritu, sino pongan a prueba los espíritus, para ver si son de Dios. Porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.
2 Pero ésta es la mejor manera de reconocer el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios;
3 y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios. Éste es el espíritu del anticristo, el cual ustedes han oído que viene, y que ya está en el mundo.

1 Corintios 12:2-3 RVC
2 Ustedes saben que, cuando no eran creyentes, eran arrastrados hacia los ídolos mudos.
3 Por tanto, quiero que sepan que nadie que hable por el Espíritu de Dios puede maldecir a Jesús; y que nadie puede llamar «Señor» a Jesús, si no es por el Espíritu Santo.


Hubo un tiempo en que la música cristiana se había “quedado en el tiempo”; mientras la música secular cambiaba rápidamente hacia los ritmos modernos, la música en las iglesias seguía con los himnos del 1800 o antes. Ahora bien, de ninguna manera quiero criticar a esos himnos inspirados, muchos de los cuales seguiremos cantando por toda la eternidad. Tampoco quiero dejar la impresión de que los ritmos modernos son mejores o “más ungidos”; pueden serlo como pueden no serlo, pero lo que sí es innegable es que los ritmos modernos comunican mejor a la gente moderna.

Bueno, el hecho es que en la segunda mitad del siglo XX la música en las iglesias empezó a cambiar drásticamente, y todos los ritmos y estilos modernos fueron adaptados. Y junto con ello surgió un verdadero ejército de adoradores y salmistas, de tal forma que la música dejó de ser un simple complemento de la predicación de la Palabra para transformarse en un ministerio propio con todas las letras. ¡Y eso es fantástico! El Cielo está lleno de música.

Cuando Satanás vio que ya no podía impedir más el surgimiento del ministerio de la Adoración, cambió su estrategia y decidió infiltrarse en él. Al fin y al cabo, es un experto en eso, ¡era el director de alabanza de la adoración celestial! Y así junto con lo genuino apareció la corrupción de la música cristiana.

Podemos ver “dos niveles” de corrupción, aunque en realidad son lo mismo: uno es en las letras (no voy a hablar aquí de los ritmos, aunque creo que hay ritmos totalmente mundanos e “irredimibles”, ese es otro tema) y otro es el de los mensajes subliminales.

Con respecto al primer tema nos enfrentamos ahora con un problema: mientras muchos cantantes o grupos han desarrollado melodías que tocan profundamente nuestra alma (aunque no sé si el espíritu), las acompañan con letras (generalmente repetitivas hasta el cansancio) que “suenan lindo” pero que en el fondo dicen poco. El segundo problema es un poco más “problemático”: se trata de los mensajes subliminales en sentido reverso.

Muchos de los cristianos “más cultos” niegan esto pero es muy fácil de comprobar. Ahora bien, algunos dicen que esas invocaciones en sentido reverso son en realidad confusas y que podrían decir otra cosa, y puede ser; pero pensemos un poco; si esas “supuestas invocaciones” son simple casualidad, ¿por qué las permitiría el Espíritu Santo al (supuestamente) inspirar una canción? Y si son por casualidad, por esa misma “casualidad” y por las leyes de la probabilidad deberíamos encontrar la misma cantidad de alabanzas “reversas” al Señor, u otro tipo de frases, pero no están. No voy a profundizar en cómo o cuánto afectan pero sí en algo mucho más básico: si ése es el verdadero espíritu que trae esa tal alabanza, ¿Cómo puede ministrarnos las cosas santas, la presencia del Señor?

Creo que una de las principales razones por las cuales Satanás ha tenido tanto éxito en corromper a famosos cantantes cristianos e introducir sus mensajes es porque la mayoría de los cristianos occidentales no venimos de un trasfondo de idolatría, y las únicas canciones de alabanza espiritual que conocimos fueron las cristianas, quizás erradas o mezcladas con santería, pero al menos con un “contenido cristiano”. Por ello, no concebimos que las alabanzas y adoración, que el amor y devoción que expresamos cantando puede aplicarse perfectamente a otro dios que no sea nuestro Dios, pero de hecho así es, y cualquiera que adore ídolos puede decirlo. Entonces, cuando las letras que escuchamos tienen un contenido muy general, o hablan de bendición o éxito o de “lo alto”, o incluso de “Dios” (¿y a qué dios se refieren?) o del amor o del “espíritu” (¿será el Espíritu?), en realidad el cantante puede tener en mente (y en su espíritu) algo muy diferente al verdadero Dios. Y cuando nos alimentamos con esas alabanzas nosotros también terminamos relativizando el Reino de Cristo transformándolo en “lo espiritual”, algo muy genérico, en donde pueden entrar “espíritus” muy diferentes.

Por eso tanto Juan como Pablo están poniendo una señal muy clara. Notemos (en los versículos de más arriba) que ambos están hablando de un contexto en donde se manifiestan los dones espirituales, es decir, en donde “pasan cosas” que no son comunes al mundo natural: la manifestación de los dones, la profecía. Y en todas esas circunstancias, si la persona supuestamente inspirada no reconoce claramente la obra y el señorío de Cristo, estamos en problemas.

Muchas (aunque no todas) de las canciones con mensajes subliminales no hablan claramente del señorío de Cristo ni de su obra en la cruz (y creo que eso último debería preocuparnos más que lo primero). La alabanza está muy cerca de lo profético y de toda manifestación espiritual, tanto de lo Alto como de lo bajo, por lo que debemos ser cuidadosos con lo que escuchamos.

Yo creo que en estos pasajes tenemos una regla clara: si una alabanza, por más que toque profundamente nuestras emociones, no tiene un claro mensaje de la obra y del señorío de Cristo, deberíamos estar alertas. Puede ser que aún teniéndolo esté contaminada, pero es más difícil: Satanás puede soportar por el momento que haya una alabanza espiritual “general”, que no lo mencione directamente (aunque más adelante ya no lo hará), pero es mucho más difícil que soporte una alabanza que directamente ensalce a Cristo y que quiera “bendecir” al tal cantante y a la tal canción (ya que los cantantes “cristianos” introducen esos mensajes para tener fama y dinero…).

Pero estoy seguro que todos nosotros en más de una oportunidad hemos sido profundamente ministrados por alguna alabanza que luego comprobamos que tenía algún mensaje oculto o que cuyo intérprete practica tal especie de “ocultismo” (porque “oculta”). Deberíamos ver primero si fue afectado nuestro espíritu o nuestra alma, pero aún así, recordemos que el Señor no tiene ningún problema en manifestarse donde sea, como sea y a través de lo que sea. La música y la alabanza, finalmente, son para nosotros “medios” o “instrumentos” que nos ayudan a “bajar las barreras” de nuestra mente y acercarnos con libertad al Santo de Israel. Solo que, una vez que se nos revela la verdad, no nos quedemos con la música contaminada.

¡Que el Señor nos dé discernimiento!



Danilo Sorti




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