2 Pedro 3:14-16 DHH
14 Por eso, queridos hermanos, mientras
esperan estas cosas, hagan todo lo posible para que Dios los encuentre en paz,
sin mancha ni culpa.
15 Tengan en cuenta que la paciencia con que
nuestro Señor nos trata es para nuestra salvación. Acerca de esto también les
ha escrito a ustedes nuestro querido hermano Pablo, según la sabiduría que Dios
le ha dado.
16 En cada una de sus cartas él les ha
hablado de esto, aunque hay en ellas puntos difíciles de entender que los
ignorantes y los débiles en la fe tuercen, como tuercen las demás Escrituras,
para su propia condenación.
Hay algo que resulta bastante vergonzoso de
admitir para cualquiera que escribe o predica de la Palabra, y es que en
realidad solamente podemos enseñar con autoridad aquello que nos fue dado, que
sabemos y que practicamos; “según la sabiduría que Dios (nos) ha dado” y según
lo que alcanzamos a vivir.
Entonces, si somos honestos en lo que
proclamamos, resulta relativamente fácil descubrir cuáles son nuestros puntos
fuertes y cuáles nuestros puntos débiles, aquello que más sabemos y aquello que
no, qué estamos viviendo plenamente y qué todavía nos cuesta. Claro, uno
siempre puede “mentir” en lo que escribe y hacer pasar una “unción prestada”
como si fuera propia; y finalmente el Señor será fiel a Su Palabra, pero el
impacto espiritual será mucho menor, si acaso lo hay.
Cuando escribimos conforme a lo que recibimos
y vivimos podemos exponer las profundidades de la Sabiduría divina o quedarnos
apenas en la playa del Océano de Dios, pero de cualquier forma serán aguas
vivas del Espíritu. Puede ser que construyamos mucho o poco, pero siempre
construiremos. Estamos “expuestos públicamente” en cierto sentido, nos hacemos
vulnerables y alguien conocedor de la naturaleza humana podría utilizar esa
información en nuestra contra.
Aquello de lo que hablamos es de lo que más
sabemos, aquello de lo que no hablamos es de lo que no sabemos o no alcanzamos
a vivir, o incluso algún área de pecado no solucionado todavía.
1 Pedro 4:10 RVC
10 Ponga cada uno al servicio de los demás el
don que haya recibido, y sea un buen administrador de la gracia de Dios en sus
diferentes manifestaciones.
Es un error no ministrar conforme a lo que
recibimos pensando que es incompleto, ¡todos los ministerios lo son! Es
igualmente un error no ministrar pensando que tendremos errores, ¡solo Uno no
los tuvo!
Por ello, es necesario que nos mantengamos
humildes y abiertos a la corrección, pero si nos “encerramos en la cueva”
esperando llegar al nivel de perfección tal que seamos completos y sin errores,
pues permaneceremos encerrados hasta que venga Cristo y se lleve a Su Iglesia,
de la cual seguramente ya habremos dejado de formar parte por nuestra cobardía
y orgullo oculto.
Ahora bien, si el mejor ejemplo de ministerio
que hay en todo el Nuevo Testamento, Pablo, no alcanzó toda la revelación ni
todo el conocimiento ni toda la práctica de lo que recibió, ¿qué nos queda a
nosotros? A pesar del gran espacio que ocupa en los escritos del Nuevo Pacto,
también tenemos otros ejemplos, como Juan o Pedro, que nos traen revelaciones
que no fueron pronunciadas por Pablo.
Hermanos, en el mejor de los casos lo que
digamos tendrá “espacios vacíos”, revelaciones incompletas. Pero lo más
probable es que también tenga algunos errores. NADIE, ABSOLUTAMENTE NADIE,
tiene la revelación completa y perfecta, solo el Espíritu Santo. Por ello, lo
mejor que podemos hacer no es llevar a la gente a “nuestro” mensaje o “nuestra”
revelación, sino servir de “escalera” para que los hermanos puedan acercarse
cada vez más al Padre, para que puedan entender cada vez mejor la Palabra y
escuchar cada vez más fielmente la voz del Espíritu.
En ese proceso a veces podemos acompañarlos
por un corto trecho, otras veces a lo largo de muchos kilómetros, pero nunca
podemos ser los únicos, ¡y nunca debemos ser así considerados por nadie!
Entiendo que los seres humanos nos “apegamos” fácilmente a otros y si alguien
nos ministra con sus palabras tendemos a seguirlo de por vida. No digo que eso
sea necesariamente malo, pero no debe ser lo único, y probablemente no durante
todo el tiempo.
Tampoco puedo ser tan inocente de pensar que
es tan fácil encontrar palabras sanas porque no lo es, pero no es imposible: el
Señor guiará a Sus hijos hacia fuentes de agua viva, y esas fuentes son los
maestros, profetas, pastores, apóstoles y evangelistas que están bebiendo de Su
río.
Hermano, que las palabras que lees sirvan
para te acerques cada vez más a LA PALABRA VIVA.
Danilo Sorti
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