Hechos 15:37-41 RVC
37 Bernabé quería que los acompañara Juan,
que también era conocido como Marcos,
38 pero Pablo no estuvo de acuerdo porque
Juan se había separado de ellos en Panfilia y no había trabajado con ellos.
39 Tan grande fue el desacuerdo entre ellos,
que terminaron por separarse: Bernabé tomó a Marcos y se embarcó a Chipre,
40 pero Pablo escogió a Silas. Los hermanos
lo encomendaron a la bendición del Señor,
41 y a su paso por Siria y Cilicia fue
confirmando a las iglesias.
En otro artículo hablé sobre la importancia
fundamental de Bernabé en la historia de la Salvación, y sin el cual probablemente
no tendríamos el Nuevo Testamento. Pero aquí lo vemos en medio de un conflicto,
donde el “ganador” parece ser Pablo; al fin y al cabo, Pablo fue encomendado
por la iglesia y nada se nos dice de Bernabé. ¿Fue así? ¿Realmente Pablo estaba
en lo cierto y Bernabé equivocado?
Para empezar digamos que el conflicto nunca
debió haber existido: ambos apóstoles debieron haber buscado la voluntad del
Señor y tener una visión clara de qué quería Dios en ese momento; no lo
hicieron; como habían tenido ya un viaje misionero exitoso juntos, pensaron que
el Espíritu quería lo mismo para ellos y ahí surgió el conflicto.
Así que, la primera lección que tenemos es
que estos grandes hombres de Dios, que ocupan un lugar eterno en las
Escrituras, ¡también se equivocaron! La Biblia no los justifica, pero Dios no
los descartó por ese error; tuvieron que corregirlo más adelante.
Bernabé tenía un ministerio principalmente de
consolación, de restauración; así hizo con Saulo y se transformó en el apóstol
Pablo, y así hizo con Marcos, gracias al cual (como expliqué en otra
oportunidad) tenemos los Evangelios, y que luego fue una importante ayuda para
el ministerio de Pablo en sus últimos años. Bernabé no se equivocó: él tenía
que ir con Marcos. ¿Y Pablo?
Pablo llevó a Silas, que luego fue una
importante ayuda en el ministerio, y más adelante encontró a Timoteo, que
también cumplió un rol fundamental en la naciente iglesia. Pero luego lo vemos
en Hechos 16:6 siendo estorbados por el Espíritu en su propósito original, hasta
que finalmente Pablo tiene una visión en donde el Espíritu lo guía hacia
Europa, y el resto de la historia es conocida: se abrieron las puertas de un
nuevo continente al Evangelio; y de paso, se encuentra con Lucas en el camino.
Pablo se equivocó en parte: no debía ir a
donde estaba pensando, y el Señor lo corrigió en el camino.
Entonces vemos dos cosas: aunque ambos
estaban parcialmente equivocados y no supieron resolver su problema de la
manera correcta, el Señor utilizó su determinación para bien y para la
extensión de Su Reino. Y aunque ambos fueron pilares de la Iglesia, y lo
seguirán siendo por siempre, no alcanzaron en su tiempo a ser todo lo que
estaban llamados a ser.
Esto ilustra una verdad que se nos enseña en
este último tiempo pero que realmente no terminamos de aceptar: somos llamados
a alcanzar mayor perfección que la que ellos alcanzaron. Ellos tuvieron un
comienzo glorioso, pero no alcanzaron todo lo que Dios tenía preparado;
nosotros, al fin de los tiempos, DEBEMOS completar lo que empezaron, nosotros
debemos alcanzar la perfección que ellos comenzaron a establecer. No es que
seamos mejores, pero tenemos mucha más revelación accesible en este tiempo.
El error de ellos es una “deuda pendiente” de
la Iglesia como Cuerpo; ¿cuánto más se hubiera hecho si ambos hubieran
entendido rápidamente la voluntad de Dios y hubieran avanzado en ella? No lo
sabemos, pero sí podemos saber cuánto más se hará en este tiempo si nosotros la
entendemos y rápidamente avanzamos en ella.
Ellos dos son hoy parte de la gran nube de
testigos observando desde el cielo; no pueden añadir ni quitar nada más de lo
que hicieron, pero pueden “hablarnos” a través de su ejemplo y animarnos a que
hagamos algo mejor. Y eso deberá ser hecho.
Algo más: deberá ser hecho en el muy poco
tiempo que nos resta.
Danilo Sorti
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