Juan 16:12 RVC
12 »Aún tengo muchas cosas que decirles, pero
ahora no las pueden sobrellevar.
Esta palabra “sobrellevar” quiere decir
literalmente “soportar”, sostener una carga o un peso material; figurativamente
se utiliza para soportar dificultades o situaciones prolongadas en el tiempo.
Esto tiene que ver con el “peso de la revelación”.
Por un lado, hay una responsabilidad asociada
al conocimiento y más propiamente, a la riqueza espiritual, a la unción
recibida, a los dones y ministerios:
Lucas 12:48 RVC
48 Pero el que se hace acreedor a recibir
azotes sin conocer la voluntad de su señor, será azotado poco. Porque al que se
le da mucho, también se le exigirá mucho; y al que se le confía mucho, se le
pedirá más todavía.
Pero cumplir una responsabilidad implica una
actitud particular de las personas y no todos tenemos el mismo nivel de
disposición y consagración: algunos más, otros menos. Eso no tiene que ver con
el nivel de conocimiento sino con la actitud y disposición a renunciar de cada
uno.
Por otro lado, conocer más de Dios implica
conocer más de nuestro propio pecado, oscuridad e incapacidad. ¡No es sencillo
soportar eso! No es para nada fácil cuando nuestro verdadero ser es expuesto
ante nuestros propios ojos. Más aún, sabemos que Dios “todo lo ve”, pero
realmente creemos escondernos de su mirada; cuando Su misericordia nos muestra
la profundidad de nuestros pecados, definitivamente nos damos cuenta de que no
podemos “esconder” nada. ¿Cómo es posible soportar tal revelación? De dos
formas: o la negamos y nos llenamos de orgullo y autosuficiencia (religión,
buenas obras) o la aceptamos y nos llenamos cada vez más del amor y la
misericordia de Dios, que alcanza a cubrir todo lo que somos, y por
consiguiente, dejamos cada vez más de actuar y vivir conforme nuestros propios
gustos y pensamientos y permitimos que sea Su vida viviendo en nosotros. Eso es
lo que significa “morir a uno mismo”.
Pero también recibir más revelación implica
NECESARIAMENTE conocer cada vez más el mundo de las tinieblas y de la profunda
perversión del ser humano, y eso es aún más espantoso. Hay un peligro muy
grande que se corre al conocer la profundidad de la perversión humana y
demoníaca, y es el hecho de ser tan herido en el corazón, que deje de escuchar
la voz de Dios o que quiera resolver las cosas por sus propias fuerzas o que
quede tan devastado por la realidad que no quiera saber nada y huya
atemorizado. Más de una vez me pasa que cuando quiero profundizar en algunas
revelaciones que está trayendo el Señor en estos tiempos, mi interlocutor
(cristiano) trata de cambiar la conversación hacia temas más “agradables”.
Pues bien, recibir revelación sobre las
estrategias de las tinieblas, las perversiones que están inspirando en las
personas, no es fácil de soportar, especialmente para los que no venimos de esa
realidad. Pero si no maduramos lo suficiente como para hacerlo, si no empezamos
a recibir los niveles que conocimiento que el Espíritu quiere darnos, nunca
seremos efectivos para la última y gran lucha. Las tinieblas están avanzando de
una manera nunca antes vista, y muchos de los cristianos que conozco o bien
están en una “fiesta” como intoxicados espiritualmente, o están tratando de
mantenerse en su “mundo de revelación teológica” que funcionaba hasta hace
algunas décadas atrás, o bien rebuscando en los escritores evangélicos y
protestantes clásicos que bien sirvieron a su generación, ¡pero que no nacieron
en esta!
La única forma de recibir adecuadamente la
revelación de las profundidades de oscuridad que se están desatando
precisamente ahora, sin la cual no podremos ser efectivos en combatir contra
las tinieblas y arrebatar las almas (y probablemente tampoco mantener nuestra
propia posición espiritual) es recibiendo una dosis mayor de revelación del
Reino de Dios. A medida que más densa es la oscuridad y más vastas son las
tinieblas, más potente tiene que ser la luz. Y la luz SIEMPRE, inevitablemente
SIEMPRE, prevalece sobre la oscuridad.
Una actitud descuidad, de “curiosidad”,
osada, de orgullo, nos va a llevar tarde o temprano a caer presa de las mismas
tinieblas que decimos combatir, y ejemplos de ello hay muchos. La diferencia
entre escuchar la voz del Espíritu y terminar escuchando “otra voz” parecida no
es muy grande, de hecho es lo más común, pero cuando el discernimiento se nubla
viene el engaño.
2 Corintios 2:11 RVC
11 no vaya a ser que Satanás se aproveche de
nosotros, pues conocemos sus malignas intenciones.
Pablo pudo decir que conocía bien los ardides
de Satanás. Hoy no podemos darnos el lujo de desconocerlos. Y aunque parezca un
atrevimiento, creo que estos tiempos que están a la vuelta de la esquina serán
de mayor oscuridad espiritual aún de los que le tocaron vivir a Pablo. ¡Señor,
danos la actitud correcta de corazón para recibir tu revelación! ¡Señor, quita
toda cobardía y temor de nosotros!
Danilo Sorti
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