domingo, 3 de septiembre de 2017

182. ¿Habremos de pelearnos por política?

Juan 18:36-38 RVC
36 Respondió Jesús: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores lucharían para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»
37 Le dijo entonces Pilato: «¿Así que tú eres rey?» Respondió Jesús: «Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.»
38 Le dijo Pilato: «¿Y qué es la verdad?» Y dicho esto, salió otra vez a decirles a los judíos: «Yo no hallo en él ningún delito.


A lo largo del tiempo diversos programas de gobierno han procurado hacerse pasar por cristianos y ganar así el corazón de la iglesia. Esto no es nuevo. Durante siglos las monarquías basaron su legitimidad en un supuesto “derecho divino” y la iglesia de aquél entonces, tanto católica como protestante, así lo aceptó sin más. Con el advenimiento de la democracia, o mejor dicho, algo que se supone que es democracia, cosa que en esencia nunca existió plenamente más allá del ideal, ni siquiera en la Antigua Grecia, las distintas corrientes políticas también procuraron ganar “legitimidad espiritual”, enfatizando los principios bíblicos que sustentaban.

Así, el capitalismo y liberalismo naciente se cimentó en fuertes principios bíblicos, los mismos que hasta hoy son sostenidos por grupos de cristianos. Claro, también se “olvidó” de otros… Durante el mismo tiempo, el ateísmo o agnosticismo iba ganando terreno, así que las corrientes más propiamente “socialistas” se fundamentaron fuertemente en la “anti Biblia”, aunque en la práctica procuraban aplicar una serie de principios fuertemente desatendidos por el capitalismo – liberalismo clásico.

Y así llegamos rápidamente a este siglo, en nuestras tierras hispanohablantes, en las que el cristianismo evangélico se ha extendido rápidamente aunque con muy poco fundamento bíblico; y la historia vuelve a repetirse. En décadas pasadas asistimos al resurgimiento de posiciones que a sí mismas se llamaron “socialistas” en parte como reacción a gobiernos anteriores que a sí mismos se llamaron “liberales”. Y aclaro que uso comillas porque realmente no he visto que ninguna de dichas posturas en estas décadas representen de verdad lo que se suponía que debían ser.

Bueno, resumiendo, también en estos tiempos, tal como ha ocurrido siempre en la historia de la iglesia, el discurso político se infiltra y gana adeptos al presentarse como “cristiano” y al desviar la esperanza puesta en el cielo y en la segunda venida hacia una esperanza terrenal e inmediata. El verdadero problema NO ES Y NUNCA HA SIDO si tal o cual sistema de gobierno o filosofía política aplica principios bíblicos porque seguramente lo hace, sino si es “el modelo de Dios para gobernar el mundo” o sólo un sistema político con aciertos y errores. Y la respuesta es obvia: ¡lo segundo! Y si es lo segundo, ¿por qué deberíamos compenetrarnos tanto con tal o cual sistema?

El mismo Jesús que nos encomendó ser “sal y luz” dejó bien en claro que Su reino NO ERA de este mundo. ¿Es que no volverá a tomar posesión de lo que legítimamente le pertenece? Claro que sí; esa promesa nace ya en el Antiguo Testamento y es reafirmada en el Nuevo concluyendo con el pasaje de Apocalipsis 20. PERO MIENTRAS DURE esta era, no hay ni habrá un reino político cristiano; podrá haber naciones más cristianizadas que otras, naciones que apliquen más principios bíblicos que otras, pero ningún “reino de Dios” político, sólo reinos humanos que voluntariamente decidirán acercarse o alejarse del Creador.

El compromiso de Jesús en Su ministerio fue “la verdad”. Se supone que ese debe ser el mismo compromiso de Sus seguidores. Y en base a ese principio, NUNCA puede haber un compromiso con un sistema político más allá de la cuota de verdad que éste manifieste. El “endiosamiento” de líderes o “proyectos” claramente es erróneo porque ninguno de ellos está en “la verdad” absoluta siempre.

El sutil engaño ha consistido en llevar a los cristianos a participar en política porque “debemos ser sal y luz”, ¡y es verdad! Pero para participar en tal o cual área del quehacer humano, y hacerlo bien, es decir, aplicando “la verdad”, debemos estar adecuadamente preparados y llamados. Nadie está preparado para hacer todo bien, nadie está llamado a todo. Y así, a partir de un razonamiento simplista y escuchando más a las voces humanas que al Espíritu, terminamos muy convencidos de apoyar mentiras y engaños.

Votar por Fulano o Mengano en una elección porque así el Espíritu nos muestra no significa ser un fiel devoto de Fulano o Mengano, simplemente que en un momento determinado, para un país dado, puede ser la opción que elija el Señor… y no siempre será de bendición para todos sino muchas veces también de juicio.

En definitiva, si nuestro Reino no es de aquí, ¿vale la pena “meterse de cabeza” en la arena política? No, para nada, excepto que haya un llamado claro de parte del Espíritu. Pero si es así, ¿debemos dejar que los malos gobiernen y hagan lo que quieran? ¡De ninguna manera! La clave está en que nuestro Reino NO ES DE ESTE MUNDO, es celestial, y por lo tanto, mucho más poderoso y con mucha más autoridad que el más grande e imponente imperio de esta tierra.

Danilo Sorti




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